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Alberto Arenas, tú que estabas en la cocina, a ti te hablo

Por: Magdalena Brzovic, socia de Brzovic & Cía | Publicado: Jueves 1 de febrero de 2024 a las 04:00 hrs.
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Magdalena Brzovic, socia de Brzovic & Cía

Con la excusa de que era necesario financiar una educación gratuita y de calidad, la presidenta Michelle Bachelet y su equipo, liderado por el ministro de Hacienda Alberto Arenas y compañía, nos vendieron una reforma tributaria que no solo no cumpliría la meta de recaudar tres puntos del PIB, sino que hizo todo lo contrario: le costó al país ocho puntos del PIB, unos US$ 25.000 millones.

Y no sólo tuvo las consecuencias nefastas que significa que el crecimiento económico disminuyera dramáticamente, sino que además hubo que dictar una ley que corrigiera las aberraciones, errores y horrores de una ley que aún no entraba a regir. No es muy difícil entonces concluir que la técnica legislativa y los parlamentarios involucrados desatendieron a los técnicos por llevar adelante una reforma ideologizada hasta el hartazgo.

La reforma recaudó la mitad (1,5% del PIB) de lo que buscaba sumar a las arcas fiscales, según estimaciones posteriores. Pero no solo eso: en las últimas semanas se instaló la discusión respecto de los costos económicos que tuvo el incremento de impuestos de Primera Categoría desde 20% a 27%, que se aprobó en esa ley.

Hace unos días, prestigiados economistas intentaron responder la pregunta de "¿en qué momento se jodió Chile?". Más de alguno sacó al "pizarrón" la reforma de 2014, señalando que a su juicio, era "impracticablemente mala".

Hubo ciento de presentaciones de los gremios advirtiendo que esto pasaría, pero como las Vírgenes Necias, desoyeron a los técnicos y antes de llegar a la fiesta se acabó el aceite.

Casi en paralelo, el comité de expertos sobre espacio fiscal y crecimiento de tendencia, presidido por el economista Manuel Marfán, evaluó los costos que tuvieron las alzas de impuestos de los últimos años.

En ese informe, se advirtió que Chile fue el único país de la OCDE que elevó su tasa corporativa entre 2000 y 2023, de 15% a 27%. "Chile siguió un camino que le estaría costando casi ocho puntos porcentuales en el nivel del PIB", se calcula en el documento. Del incremento de 15% a 27%, más de la mitad se produjo con la reforma del 2014.

¿Y cómo es posible que todo esto haya ocurrido a vista y paciencia de los protagonistas de la “cocina” y que no haya sanciones para quienes propusieron cambios como estos, afectando como un espolonazo a la economía y que más encima no haya un castigo por ello?

Hoy algunos senadores que votaron a favor de esa reforma dicen estar arrepentidos, pero hasta donde yo sé, se dice por ahí que el infierno está tapizado de buenas intenciones ¡Lágrimas de cocodrilo! La economía se quebró y ellos hoy siguen cobrando sus dietas como si nada hubiera pasado. El país está sumido en una profunda crisis que no tiene como única causa la variable tributaria, pero me atrevo a afirmar sin temor a equivocarme que es un ingrediente muy picante en este guiso del cual tenemos que comer pero de muy mala gana. El país no crece, sus autoridades proponen un Pacto Fiscal para el Crecimiento, pero curiosamente de la lectura de ese proyecto no logré encontrar ni una sola vez la palabra crecimiento.

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